Cierras la puerta tras de ti. Pasado el vestidor, allí al fondo está él, sentado en la esquina. Mira el reloj y te mira. Haces el gesto de pedir perdón. Dejas caer el traje rojo y comienzas con tus bragas también rojo hacia los pies de la cama y te apoya en ella mirando el cabecero. Un cuadro minimalista sobre él, mucho blanco y apenas unos trazos rojos. Pasa un tiempo y él ni se inmuta. Sientes como se levanta y se acerca a tu espalda…
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