No podía, no quería dejar de oír. Así que no me alejaba mucho. Ya les había cazado un par de veces mirándome, lo que hacía que me ruborizase un poco.
Les volví a servir un ron miel on the rocks y un amarillo cola y ante el miedo de que fuera la última ronda de la pareja, les interrumpí para ofrecerme.
– Yo soy lo que necesitan para cumplir vuestras fantasías.
Eran conscientes de que estaba al tanto de todo además del hecho que en esta isla no era fácil encontrar lo que buscaban. Así que cuadramos para mi fin de turno.
Llegué a la puerta de la habitación. Llamé. Me abrió ella, totalmente desnuda…
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