Un ruido hace que te despiertes. Miras el reloj y apenas han pasado dos minutos desde media noche.
Vas sigilosa al salón y te asomas lentamente desde el quicio de la puerta del pasillo. De pie, junto al árbol, un madurito con su traje rojo y su barba canosa. Te indica que te acerques, lo haces, que te arrodilles junto a él y varias cajas de regalo.
En ese momento te das cuenta que solo llevas puestas un tanga negro. Señala una caja envuelta en papel negro, lo abres…
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