Salía por la puerta del gimnasio, yo obviamente no frecuento esos sitios. Su cuerpo, su cara, eran hipnotizantes. Fue un flechazo. Que tanta belleza fuera al gym debería estar prohibido, penado con cárcel y como tal, haría cumplir su condena.
Me acerqué a ella y comenzamos a hablar. Al poco ya estábamos tomando algo. Ella obviamente un smoothie verde. Aúnque pa verde, este viejo.
Los viejovenes somos directos, no tenemos tiempo que perder. Me confesó que la gustaba el BDSM, pero que aún era virgen. Que se moría de ganas de probar las cosas que había visto y leído. Le encantaron mis gustos y no cerraba la opción de probarlo todo. Así que justo antes de despedirnos cuadramos un primer encuentro…
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